Esmeralda (Prólogo) Kerstin Gier

Hola a todos! Hace como mil años que no escribía nada :( Perdón per hemos estado full llenas de cosas con Pao, pero espero poder comenzar a ponerme al día, porque he leído varios libros que me muero por recomendarles, aunque lo más probable es que ya hayan leído las reseñas en bastantes lugares xD

Pero hoy, aprovechando que gracias a Pao estrenamos nuevo look, que pega mucho con el clima en mi país de estos momentos, aprovecharemos de estrenar también una nueva sección, que si ven en las pestañitas a rriba se llama 1er Capítulo, en los que a veces traduciremos o tomaremos prestado los primeros capis de libros que nos gustaría recomendarles para leer, o de esos tan esperando en que a veces no podemos esperar a que acabe la tradu :D

El primer capitúlo de hoy, en realidad es el prólogo del 3er libro de El amor más allá del tiempo, Esmeralda, cuya publicación en español está pensada para octubre de este año :C Disfrútenlo!

Esmeralda (Kerstin Gier)

Prólogo

Belgrado, Londres, 3 de Julio de 1912

—Esto dejará una fea cicatriz —dijo el médico, sin levantar la cabeza.

Paul sonrió con ironía.

—Bueno, definitivamente es mejor que la amputación que la Sta. “Demasiado preocupada” aquí presente predijo.

—¡Muy gracioso! —siseó Lucy—. No estoy demasiado preocupad, y tú… Sr. “Imprudente-estúpido”, ¡no bromees! Sabes perfectamente lo rápido que se puede infectar una herida como esta, y puedes estar feliz si un día de estos sigues vivo: no hay antibióticos por todas partes y los médicos son todos unos ignorantes.

—Bien, ¡muchas gracias! —dijo el médico mientras aplicaba una masa marrón sobre la herida recién cosida. Eso quemaba mucho y solo con mucho esfuerzo Paul pudo sofocar una mueca. Él sólo esperaba que no se hubiera hecho ninguna mancha en la gran tumbona de Lady Tilney.

 

—No pueden evitarlo. —Paul notó el esfuerzo de Lucy por sonar más amable, incluso intentó sonreír. Una sonrisa bastante triste, pero era la intención lo que contaba—. Estoy segura de que usted hará todo lo posible —dijo ella.

—El Dr. Harrison es el mejor —aseguró Lady Tilney.

—Y él... —murmuró Paul. De repente estaba muy cansado. Debía haber algún somnífero en la bebida dulce que le había dado el doctor.

—Por encima de toda la desconfianza —agregó el Dr. Harrison. El brazo de Paul recibió una venda blanca como la nieve—. Y, sinceramente, no puedo imaginar que alguien se trate de cortes y puñaladas en ochenta años diferentes, como usted hace.

Lucy tomó una respiración profunda y Paul ya sabía lo que venía después. De su alto peinado se había salido un rizo y ella se lo colocó detrás de la oreja con expresión agresiva.

—Bueno, así, en términos generales, tal vez no, pero cuando las bacterias «esas son organismos unicelulares.

—¡Ahora escucha, Luce! —interrumpió Paul—. El Dr. Harrison sabe muy bien qué son las bacterias.

La herida todavía le quemaba terriblemente mientras se sentía tan agotado que, gustosamente, tan solo habría cerrado los ojos y dormido un poco. Pero eso sólo habría enfadado a Lucy aún más. Aunque sus ojos azules brillaban airadamente, escondía la preocupación o, peor aún, el miedo que él conocía. Por el bien de ella, no podía dejar notar su mala condición física ni su propia desesperación. Así que siguió hablando.

—Nosotros no estamos en la Edad Media, sino en el siglo XX, el siglo de los desarrollos revolucionarios. El primer ECG (electrocardiograma) es agua pasada, desde hace un par de años también se conoce el agente patógeno que causa el sífilis y se ha encontrado un tratamiento contra éste.

—Ah, alguien ha estado muy atento a las clases. —Lucy ahora parecía que iba a explotar en cualquier momento—. ¡Bien por ti!

—Y el año pasado Marie Curie recibió el premio Nobel de Química —contribuyó el Dr. Harrison.

—¿Y qué ha inventado ella?¿La bomba atómica?

—A veces eres increíblemente ignorante. Marie Curie descubrió la radio...

—¡Oh, cállate! —Lucy había cruzado los brazos ante su pecho y se quedó mirando enfadada a Paul. No se dio cuenta de la mirada de reproche de Lady Tilney—. ¡Tus charlas se pueden aplazar a otro momento! ¡Podrías haber muerto! ¿Puedes decirme como debo evitar esta catástrofe sin ti? —En ese punto su voz se quebró—. ¿O cómo podría vivir sin ti?

—Lo siento, princesa. —Ella no tenía ni idea de cuán arrepentido estaba.

—¡Bah! —dijo Lucy—, no es necesario que pongas esa cara de cachorro arrepentido.

—Cuán inútil para hacer frente a lo que podía haber  pasado, hijo —dijo Lady Tilney, sacudiendo la cabeza mientras ayudaba al Dr. Harrison a guardar su equipo de nuevo en el bolsillo del médico—.Todo ha salido bien. Paul ha tenido suerte en el accidente.

—El hecho de que podría haber salido aún peor no significa que todo ha salido bien —exclamó Lucy—. Nada ha salido bien, ¡nada! Sus ojos se llenaron de lágrimas y a Paul casi se le rompió el corazón ante esa visión.

—Hemos estado aquí durante tres meses y no han logrado nada de lo que habían planeado: sólo hicimos que todo empeorase. Teníamos esos malditos documentos en las manos y ahora están lejos.

—Eso quizá fue un poco prematuro. —Él dejó caer su cabeza sobre la almohada—. Pero en ese momento yo tenía la sensación de hacer lo correcto. Y era así, porque en ese momento había estado muy cerca de la muerte. No había faltado mucho para que la hoja de la espada de Lord Alastairs le diese muerte. Sin embargo, esto no se lo podía decir a Lucy bajo ninguna circunstancia.

—Si tuviésemos a Gideon de nuestra parte tendríamos una oportunidad. Cuando lea los documentos se dará cuenta de lo que estamos haciendo. Ojalá.

—¡Pero no sabemos exactamente lo que está en los papeles! Tal vez está encriptado o... ¡ah!, y ni siquiera sabes lo que ha sido de Gideon desde entonces—dijo Lucy—. Lord Alastair te podría haber endosado cualquier cosa: facturas viejas, cartas de amor, hojas de papel en blanco«

Esa idea también la había tenido Paul hace tiempo, pero lo que había pasado, había pasado.

—A veces uno tiene que tener un poco de fe en las cosas —murmuró él, deseando que esta afirmación también se aplicara en él. Le podía haber dado unos documentos inútiles a Gideon, pero aún más le torturaba la idea de que el joven era capaz de ir directamente al encuentro del conde de Saint Germain con los documentos. Eso significaría que habría dejado ir su única baza. Pero Gideon había dicho que amaba a Gwendolyn, y la manera en la que lo había dicho, de algún modo, había sonado...convincente.

—Me lo prometió. —Quiso decir Paul, pero tan sólo le salió un susurro inaudible. Además, habría sido una mentira. No había conseguido ninguna respuesta de Gideon.

—Fue una idea estúpida querer trabajar con la alianza florentina. —Oyó decir a Lucy. Sus ojos se cerraron. Lo que sea que le había dado el Dr. Harrison era muy fuerte.

—Sí, lo sé, lo sé —continuó Lucy—.La estúpida idea fue mía. Tendríamos que haber resuelto el asunto por nosotros mismos.»

—Simplemente no son asesinos, cielo —dijo LadyTilney.

—¿Hay alguna diferencia moral entre matar a alguien por uno mismo y, simplemente, dar la orden? —Lucy suspiró profundamente y, aunque Lady Tilney la contradijo enérgicamente (¡Niña, no digas nada parecido! No dieron la orden de matar a nadie, simplemente pasaron cierta información»), de repente sonó inconsolable—: Nos hemos equivocado en todo lo que nos podíamos equivocar, Paul. En tres meses lo único que hemos hecho ha sido gastar un montón de tiempo y dinero de Lady Tilney, además de haber involucrado a demasiadas personas.

—Es el dinero de Lord Tilney —la corrigió Lady Tilney—. Te sorprenderías al saber en qué malgasta todo su dinero. Las carreras de caballos y las bailarinas son lo más inofensivo en lo que lo pierde y no se da cuenta del dinero que da para nuestra causa. Y si se da cuenta, debe ser lo suficiente caballero como para no decir ni una palabra al respecto.

—Y yo personalmente creo que sería una lástima sino me hubiera unido a ustedes por su causa. —Aseguró el Dr. Harrion, y sonrió—. Habría empezado a encontrar mi vida un poco más aburrida. Por último, uno no tiene que tratar todos los días con viajeros en el tiempo que vienen del futuro y saben mejorar todo. Y entre nosotros: El estilo de gestión del señor de Villiers y Pinkerton-Smythe obliga a una rebelión secreta.

—Sin embargo —dijo Lady Tilney—, ese presumido Jonathan ha amenazado a su esposa con encerrarla en su casa si sigue ayudando a los sufragistas.

—Con voz de hombre malhumorado prosiguió—: ¿Qué será lo siguiente? ¿Derecho electoral para los perros?

—Bien, por eso usted lo amenazó con darle una bofetada en la cara —dijo el Dr. Harrison—. A propósito, esa fue una fiesta del té en la que, definitivamente, no me aburrí.

—Pero no fue así. Sólo le dije que no podía asegurar lo que haría mi mano derecha si seguía diciendo declaraciones semejantes.

—“Si va a seguir diciendo tales imbecilidades le pegaré”, fue la expresión exacta. La corrigió el Dr. Harrison—. Lo sé muy bien porque me impresionó enormemente.

Lady Tilney se echó a reír y cogió al Dr. Harrison del brazo.

Le acompañaré a la puerta, Dr. Harrison.

Paul trató de abrir los ojos e incorporarse para darle las gracias al médico. Pero no pudo hacer ninguna de las dos cosas.

—Mfsch nke —murmuró con sus últimas fuerzas.

—¿Qué demonios fue lo que le dio? —le preguntó Lucy al doctor. Se dio la vuelta en la puerta.

—Sólo unas pocas gotas de morfina. Es bastante inofensiva.

—Lucy no escuchó protestar a Paul.

De los anales de los Vigilantes (30 de marzo de1916.) Orden del día:

"Quam sero potius numquam." (Livius)

(Mejor tarde que nunca)

 Aquí en Londres nuestras fuentes de inteligencia esperan que en los próximos días un nuevo ataque del escuadrón naval aéreo alemán, hemos decidido proceder de inmediato al nivel uno de protocolo de seguridad. El cronógrafo está por tiempo indefinido colocado en la sala de documentos y Lady Tilney, mi hermano Jonathan y yo estamos juntos para conseguir limitar el tiempo para elapsar de cada día a 3 horas. Viajar al siglo XIX en este lugar no debería causar problemas. Por la noche rara vez hay alguien allí y nunca se ha hablado de una visita del futuro, por lo que se puede suponer que nuestra presencia no se notó. Como era de esperar, Lady Tilney se opuso a cualquier cambio en sus costumbres pero tuvo que acatar la decisión del Gran Maestro. El tiempo de elapsar de esta tarde en1851 fue sorprendentemente pacífico, tal vez porque mi esposa nos había cuidado dejándonos unos incomparables bollos y temas como el del sufragio para las mujeres en la memoria de un fuerte debate evitado en otras ocasiones. Lady Tilney se lamentaba porque no podíamos ir a la exposición del mundo en Hyde Park, pero nosotros concordábamos con ella a este respecto, por lo que la conversación no degeneró en conflicto. No obstante, la propuesta de echar mañana unas partidas de póquer la llevó de nuevo a su lado más excéntrico.

 El tiempo de hoy: ligera lluvia primaveral, unos 16  grados celsius.

 Informe: Timothy de Villiers, círculo interior.

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Muchas gracias a quien lo haya traducido por compartirlo.

Nos leemos!

Niii y Pao